Mi hija es imposible
“Nada se puede solucionar desde lo GRANDE, te invito a ir una situación a la vez, un momento a la vez “
Acabo de terminar una charla para padres sobre límites y disciplina en un colegio.
Una mamá se me acerca para contarme sobre su hija: “Es una niña problema, no hace caso, no me escucha. Yo trato de decirle las cosas bien e incluso le he pedido abrazos y no me los da”
Comienzo a preguntarle sobre su pequeña, sobre como se siente la mamá y con base en esto comienzo a darle ideas. Ninguna servirá me dice ella. No importa lo que haga ella no va a responder. Le pega a otros niños, no hace caso, es “respondona”.
“Esto es normal, a veces creemos que nuestros hijos no van a responder por que sin duda hemos intentado ser amorosos y hemos hecho tanto sin resultado aparente que todo nos parece inútil, en estos casos, confiar en el proceso y darle la oportunidad a nuestros hijos es lo mejor”
Una amiga de la mamá, una funcionaria del colegio y la mamá están conmigo. Todas me dicen la misma historia. Esta niña, según ellas, es una niña que necesita ayuda profesional.
Le pregunto a la mamá: “¿Qué le gusta hacer a tu pequeña?”
– “No sé”
– “¿Jugar a las muñecas, a la cocina, ver televisión?”
– “No sé” me dice la mamá con lágrimas en los ojos, al darse cuenta que no logra recordar en ese momento alguna cosa que le guste a su hija.
“A veces nos bloqueamos cuando tenemos un problema al frente. Es cuando sentimos que perdemos el control, que es hora de descansar, parar relajarnos y volver a comenzar”
Por supuesto que es normal, la acompañé y decidí conocer a esta pequeña.
No voy a mentir, estaba emocionada. Yo quiero ver a esta pequeña y poner en práctica todo mi arsenal. Es un caso que no había visto antes. No le gusta nada, no hace caso, es cerrada… (Me ganó mi yo apasionado en ese momento)
Una pequeña de 8 años entra por la puerta del salón con su frente en alto.
– “Hola, ¿Cómo estas?. Mi nombre es Fernanda y me gustaría que hablarnos y conocerte un poco. ¿Esta bien?”
– “Sí, Hola”
-“¿Cómo te llamas?”
– “Daniela” (nombre ficticio ya que debemos mantener confidencialidad)
Intercambiamos información y charlamos, me dijo su edad, el curso en el que iba y finalmente llegamos al tema en cuestión, el “mal comportamiento” que referían los adultos a su alrededor
– “Es que mi mamá quiere que cuando yo llegue a la casa me duerma y yo quiero jugar”
– “Ah ok, tu mamá quiere que tu duermas, pero tu quieres jugar” (reflejo)
La madre enseguida refiere que es necesario para ella, que Daniela duerma en las tardes (100% válido, son las reglas de su casa)
– “Dani bueno, para tí es importante jugar y para tu mamá es importante que duermas. ¿Qué crees tú que podemos hacer para que ambas cosas pasen?”
Aquí lo que hice fué empatizar con ella, validar sus sentimientos y pensamientos diciéndole lo que ella quiere. Luego, le hablo sobre los deseos de su mamá (comunicación en primera persona). No es que Daniela TIENE QUE ir a dormir por que sí. Es que para su mamá es importante. Y por último, la invito a pensar en una solución, por que confío en que ella es lo suficientemente inteligente, por que quiero que ella misma piense y reflexione, por que los niños son increíbles creando soluciones, por que me permite saber como piensa y entenderla mejor… La lista de razones sigue y sigue…
– “Yo puedo llegar del colegio y jugar primero, luego dormir, luego me despierto, hago mis tareas, ceno y me vuelvo a dormir”
YO NO PODÍA CREER lo que mis oídos estaban escuchando… Dani no solo tuvo en cuenta el tema de dormir y jugar; ella estaba consciente de sus responsabilidades, estaba dispuesta a aceptarlas, propuso una solución muy madura
– “Mamita, ¿Crees que podemos hacerlo así?”
– “Sí, dijo la mamá”
YO NO PODÍA CREER lo que pasó después… Nisiquiera habíamos dicho gracias y terminado el acuerdo con los adultos presentes comenzaron a tirar otra quejas deliberadamente…
-“Daniela ¿Ya les contaste que esta mañana estabas aventando la chaqueta a tus compañeros?” Dijo la funcionaria
– “Ella agarra las matas del vecino y le tiene el jardín vuelto nada” Dijo la amiga de la madre
¿Cuántas veces has pasado por alto un pequeño logro de tu hijo, por estar pendiente de solucionar un problema que para tí es “más grande” o “más importante”?
Te invito a usar estas herramientas, practicarlas, ver que pasa, darte la oportunidad y darle la oportunidad a tu pequeño.
Te invito a ver la grandeza y el trasfondo detrás de sus minúsculos/gigantescos logros.

Escrito por Fernanda Restrepo
Soy especialista en crianza y parentalidad; Activista pro derechos de los niños, niñas y adolescentes. Puedes encontrarme en Instagram